Postal de adentro (casi)

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Me pasa que tenía la costumbre de esperar siempre lo mejor de todo y de todos. Quitando obviamente épocas negras, mi visión “vaso casi lleno” me acompañaba y hacía que todo tome colores con más brillo y sabores más dulces. No se como me fui desasiendo de esa yo y me fui convirtiendo en un producto más de los grises inviernos y las malas experiencias que tanto abundan en todas partes. No me gusta pensar que me volví una más de los tantos que traducen todo como un producto más de lo malo. No me gusta ser de los que esperan lo peor.

Mi tren tiene más de mis miedos, de mis enojos. Mi tren está “casi vacío” y ahora quiero que esté “casi lleno”.

Comienzo a pensar que es verdad eso de que nos vamos moldeando con el tiempo. De que comenzamos como un gran bloque de mármol y que poco a poco vamos quitando todo lo que sobra y comenzamos a tomar una nuestra verdadera forma.

Tomé un descanso de todo. Necesitaba desconectarme para volver a ese sitio en el que solía estar, donde no todo era tan “de mal en peor”.

Me costó pero estoy llegando a donde quería, a pesar del invierno gris, a pesar de la que me acostumbré a ser. No es tan fácil pero nada es imposible.

Lo raro de todo es que esto de ver las cosas con más brillo y más colores literalmente me trajo a un lugar con más brillo y color. Estoy bajo un cielo muy azul en una playa de arena blanca y mar tibio, conociendo gente de risa que contagia, y lo mejor de todo es que lo estoy disfrutando.




Este post va para Leo que me hizo sentir extrañada... jaja.