“Crisis aquí. Crisis allá. La crisis ya se siente. Si no te portas bien la crisis va a venir.”
Crecí de una manera inusualmente usual, que me permitió ver las diferentes caras de una tierra como muchas, llena de contrastes. Tantas diferencias que tuve la suerte de no sólo ver, sino compartir, me han dejado “programada” de manera un poco diferente. Supongo que por eso no llego a encajar completamente con la gente que se supone que “debería” encajar. Distintas prioridades y muchas burbujas sin reventar me alejan de esas multitudes.
Podría escribir y escribir sobre lo que quiero decir sin decir mucho, me pasa mucho en este tren, pero como el tema me importa mejor les dejo este un texto del Sr. Giacosa. Si pueden léanlo.
Gozando de las tinieblas
Pasé muchos años de mi vida realizando proyectos de algo que, en aquel tiempo, la ONU llamaba “desarrollo de la comunidad” y que me permitió estar en contacto directo con los sectores menos privilegiados de la sociedad.
Vivir la pobreza sabiendo que uno puede huir a su casa no es lo mismo, evidentemente, que estar encadenado a ella. Curiosamente, y esta es mi experiencia, la percepción del sufrimiento que la pobreza causa puede llegar a ser más doloroso que la pobreza misma. Como en casi todo (no sé si el 'casi’ sobra), el ser humano pone en marcha sus admirables capacidades de adaptación y encuentra, allí donde uno sólo ve dolor y postergación, motivos suficientes para sacar provecho de su existencia.
El dolor que uno siente desde fuera no es el mismo que ellos sienten desde dentro. El nuestro es solo dolor. Lo de ellos se ha transformado en una enorme fuerza destinada a preservar la vida que siempre logra ir más allá de la mera subsistencia. Debe ser parte de la lógica de la supervivencia que sabe que, además de alimentos y techo, se necesitan otros nutrientes para salir adelante. O, al menos, para seguir queriendo salir adelante. Esta conducta no es un producto espontáneo, lleva tiempo acostumbrar a nuestro cerebro a prescindir de todo aquello que teníamos por natural poseer. Pero uno se acostumbra y hasta puede llegar a jugar con sus nuevas carencias. Es verdad que otros se suicidan, pero esos son los menos. Suelen ser aquellos que hacen culto de lo que no es imprescindible para vivir. Y que no disfrutándolo conscientemente, padecen cuando dejan de poseerlo. Es decir, no gozan por tenerlo, pero sufren por no tenerlo. Por ejemplo, tener agua corriente en nuestras casas es un beneficio cuyo goce solo experimentamos cuando esta regresa luego de que algún problema nos ha dejado sin ella por algunos días. Luego volvemos a la rutina.
Estas reflexiones surgen de la información que comienza a producir la crisis y que revela las situaciones inéditas que están viviendo algunos sectores privilegiados de la población de los países industrializados y de los países emergentes.
La movilidad social, por ejemplo, es decir, la posibilidad de que nuestros hijos estén económicamente mejor que nosotros, parece, por ahora, un sueño bloqueado. Y eso, aunque no lo sepan, es un privilegio, porque si se tuviera el coraje de acceder a la información científica sobre el medio ambiente, no solo el sueño estaría bloqueado sino que nos conformaríamos con que nuestros hijos simplemente 'estén’. Con que tengan un lugar en este planeta para vivir o sobrevivir decorosamente. Sin los lujos estrafalarios que gozaron sus padres.
Cuesta acostumbrarse a situaciones nuevas pero, como decíamos con otras palabras más arriba, nuestro cerebro está diseñado para sobrevivir y terminará hallando goce allí donde hoy solo ve tinieblas. ¿Quién nos asegura que esas presuntas tinieblas no escondan satisfacciones más duraderas que las que hoy nos proporciona la abundancia?
Todos contenemos el aliento. La pachamama no aguanta mas, estamos acabando hasta con "el nido de la perra" como decimos por estos lados, acá en Lokombia el 67 % de la población en capacidad de laburar vive de la informalidad, sin acceso a salud ni pensiones dignas para su vejez. tneemos la gasolina más cara de américa, los green go's! quieren poner bases militares, Ecuador no nos quiere, Venezuela menos, tenemos a un presidente que parece un dictador, el congreso apesta, los pobres y los desplazados, ahora sufren hasta por el clima que deslie los andes!
en que parará este tren descarrilado de la postmodrnidad y el capitalismo salvaje?
gracias por visitarme, puedes tambien hacerte seguidora... ;)
te invito además a este blog colectivo que montamos con unos amigos:
http://culturalsketches.blogspot.com
y al de mi buen amigo nicolás nautfal:
http://losvasosrotosdehorus.blogspot.com
Unknown
24 de abril de 2009, 7:58no estoy muy creativa para comentar hoy, pero me gusta el blog de la srta. sinsentido y siempre tengo como una necesidad de dejarle algo...
"Vivir la pobreza sabiendo que uno puede huir a su casa no es lo mismo, evidentemente, que estar encadenado a ella. Curiosamente, y esta es mi experiencia, la percepción del sufrimiento que la pobreza causa puede llegar a ser más doloroso que la pobreza misma."
Esa parte me llegó muchísimo, me tocó de cerca. cómo no nos damos cuenta muchas veces, cuando nos involucramos en trabajos relacionados con gente que sufre esta condición, que no es lo mismo compartir un rato que vivir sus vidas, que ponerse en la piel del otro.
creo que de eso es lo que hace mucha falta, ponerse en la piel del otro. hay una palabra que está muy devaluada y mal utilizada: 'compasión', en su sentido más puro, me parece una palabra hermosa. 'sentir en conjunto', 'sentir con el otro'. hace mucha falta esto, involucrarnos desde un lugar que no pondere nuestro ego y sea eso lo que nos mueva a acercarnos al otro, tener algo por lo que sentirnos bien con nosotros mismos...
da para mucho esto... nos tomamos un café?
Eclipse
25 de abril de 2009, 9:14Es que contra todo pronóstico hoy estamos más desconectados que nunca de todo lo que importa, ¿no?.
Pero yo a pesar de todo soy una optimista empedernida.
M. Sinsentido
25 de abril de 2009, 10:22ah, perdón que siga con esto, pero quería venir acá y contarte que justo el otro día estuve en una interesantísima charla que mucho tenía que ver con estas cosas.
hablaba con una amiga (hermana) que en sus primeros años de maestra tomó la opción de trabajar como maestra comunitaria y hablábamos también con mi vieja, que hizo años de trabajo en asentamientos (villas) como asistente social y psicóloga, de cómo la miseria vista de afuera no es comprensible. no se perciben sus límites, ni sus verdaderas consecuencias, ni la lógica que opera en esos mundos. cuando la miseria es sencillamente eso: miseria.
pero dentro de ésto, cómo hay quienes realmente buscan más allá de la superficie, escarban y saben sacar de la gente cosas hermosas y cómo descubrimos nuestra ingenuidad al no entender de una, que el optimismo también se vive en la pobreza.
sigo con ganas de tomar un café y charlar, usted disculpe, sss.
Eclipse
27 de abril de 2009, 13:41Pues lo del café con todo gusto porque viene con buena converzación incluida...
Gracias por las visitas!!
M. Sinsentido
27 de abril de 2009, 15:11